domingo, 15 de noviembre de 2015

¿Y ahora qué...?

París, 13 de noviembre de 2015. A las 21.20 h. se inicia una cadena de atentados en varias zonas de la ciudad, comenzando por los aledaños al Estadio de Francia en el que se jugaba un amistoso entre Francia y Alemania frente al cual se detonan varios explosivos. Minutos después, diversos tiroteos se extienden por la calle Bichan donde los comensales de los restaurantes Le Petit Cambodge y Le Carrillon son asaltados por las balas de los terroristas. El caos comenzará poco tiempo después en el Boulevard Voltaire donde un terrorista hace estallar su cinturón cargado con explosivos y un nuevo tiroteo que se desencadena en el café La Belle Equie, hasta finalizar en la sangrienta masacre de la Sala Bataclan. El balance total de muertes en este momento es de 130 aproximadamente e incontables heridos. 

Así a primera vista parece frío, ¿verdad? Pura narración meramente periodística seguida de una simple estadística. Y sin embargo viendo el alcance y la magnitud de lo sucedido nos toca cuestionarnos y replantearnos si nuestra vida podrá ser igual con la más que presente amenaza del terrorismo como epicentro de nuestros miedos más cotidianos. 





Las reacciones, por supuesto, no se han hecho esperar. Todos los políticos, personajes célebres y gran parte de la población mundial manifestándose en contra de la violencia y condenando severamente este tipo de actos. No cabía esperar menos. Nadie en su sano juicio podría pensar que este tipo de "individuos" (por llamarlos de alguna manera, sí es que lo merecen) mantienen una lucha justa, siendo merecedores de sembrar el pánico a nivel mundial para lograr sus objetivos y eliminando vidas humanas cada día en pos de una ¿religión? o una ideología perversa y diabólica en la que solo parece que gana el más fuerte, donde todo atisbo de razón es erradicado con más y más violencia. 

Sin embargo, a lo mejor a Obama estaría bien preguntarle si después de soltar su agradable y florida verborrea sobre que no habrá lugar para el terrorismo en este mundo y tal y tal, quisiéramos saber si sabía de las consecuencias colaterales que podían llegar a surgir tras financiar a este grupo de yihadistas tanto en formación militar como en armamento. Y no solo en la actualidad, sino desde la época del mismísimo Ronald Reagan que llegó a catalogarles como "luchadores por la libertad", y que los utilizaron como soldados en la guerra afgano-soviética. También quisiera saber la opinión de Hollande, Merkel y Cameron, Jefes de Estado de algunas de las naciones que mas han esclavizado a los pueblos de África y Oriente Medio en colaboración con EEUU, y si esperaban que jamás iban a obtener una represalia por los actos terroristas cometidos en suelo extranjero. Seguramente si esta realidad fuese la que nos venden las noticias hoy estaríamos hablando de que el principal estado terrorista del mundo y el que más muertes causa seguramente esté al otro lado del Atlántico, servido gustosamente por sus amiguitos de Europa. Y aquí no pasa nada oiga. 



Desgraciadamente, la realidad que nos van a vender será otra completamente distinta. Como es normal y debido a la gravedad de la situación, todos nos cagaremos de miedo y nos veremos obligados a recurrir a la bendita nación de América y a sus fieles y serviles colaboradores para que extingan esta pesadilla en la que ninguno de nosotros quería estar presente. Nos obligaron a estar presentes. Y nos obligaron a estar presentes porque la Historia demuestra que seguimos siendo exactamente los mismos seres crueles y destructivos que siglos atrás, y que el único afán de los que se encuentran en el poder es precisamente aumentarlo al precio que sea necesario, sin importar los daños. A ninguno de ellos le importó financiar primero a Al-Qaeda y ahora a ISIS, reclutando a una horda de fanáticos incapaces de leer la doctrina religiosa del Islam de la manera que sus verdaderos profetas quisieron mostrar al mundo, siendo acompañados de un siniestro conjunto de psicópatas provenientes en su mayoría de Occidente (¡oh, qué casualidad!) que encuentra bajo el amparo de este tipo de organizaciones terroristas todo un resguardo seguro para cometer con total impunidad todas aquellas fechorías y crímenes que se les antoje, como si eso fuera un juego para niños, y llegando a cobrar dinero de las arcas públicas por ello.



Y ahora, adelante, que surja la islamofobia y el racismo, y que el odio por todo aquel que sea diferente se haga patente en esta nuestra corrupta y desgraciada sociedad. Todos dirán que los malos son los islamistas, sin saber que la mayoría de estos viven atemorizados en sus lugares de origen ante el fervor radical y la violencia que propagan este tipo de grupos terroristas, que una vez que se descontrolan o bien los poderes supremos de Occidente deciden que ya han cumplido su justo papel, llega la hora de eliminarlos y de vendernos la moto de que ellos estarán ahí para salvarnos. 

A fin de cuentas, y como dije antes, la cosa no ha cambiado tantos respecto a hace varios siglos y milenios. Los de arriba libran sus guerras y sus conspiraciones con su afán de poder, y los de abajo son los que permanecerán siempre engañados y serán los que mueran en medio del campo de batalla para que otros se lucren y saquen tajada de ello. 
#PrayForParis #PrayForTheHumanity por favor. 


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