jueves, 3 de marzo de 2016

Ciudadanos, o el poder de la transversalidad

En terminología política, el transversalismo es la corriente ideológica por la cual un partido político se niega a identificarse y a enmarcarse dentro de los habituales espectros políticos, claramente distinguidos como izquierda o derecha. Según muchos especialistas en la materia, en la actualidad este tipo de política es la idónea para poder llevar a cabo un proyecto de futuro, ya que precisamente su deseo por no decantarse por ninguno de los miembros de la balanza entre izquierda-derecha (o, lo que viene a ser lo mismo, indefinición) posibilita un amplio margen de maniobra a sus líderes para pactar con cualquier formación que se precie con la que además se puedan llegar a ciertos puntos en común. Además, precisamente esa indefinición entre izquierda y derecha serviría para que posibles futuros votantes no se sintieran rechazados ante la pura solidez de la ideología del partido, sino que precisamente con dicha centralidad se pretendería abarcar al mayor número de votantes posible, puesto que supuestamente todos entraríamos dentro del esquema planteado por el partido.

En España, un país que no se caracteriza precisamente por sus términos medios, a Albert Rivera la propuesta parece que le ha salido más rana que otra cosa. El candidato perfecto, guapo, elegante y bien trajeado y con amplias dotes de palabra y excelsa formación académica. Un tipo que para tratar de desligarse de esa imagen tradicionalista con la que querían catalogar a su formación llegó a protagonizar una foto de campaña casi completamente desnudo, para demostrar que supuestamente la derecha (o el centro, perdón, no se vaya a mosquear el señor Rivera) puede llegar a ser más progre y más supermoderna que la propia izquierda, y ya de paso sembrar un poco de polémica y aumentar su popularidad. 


La cuestión aquí es, ¿realmente Ciudadanos es un partido de derecha? ¿Sus políticas consiguen esa “centralidad” de la que tanto le gusta alardear a su líder? Analizando su programa electoral, en materia económica no encontramos grandes sorpresas. En resumen, neoliberalismo, el poder de la empresa y al final más de lo mismo a lo que ya estamos acostumbrados. Ah sí, y una fabulosa idea como la del ‘contrato único’, con la que supuestamente poder llegar a solucionar el gran problema de esta grave crisis de empleo. A tomar viento los contratos temporales que esclavizan a la población de este país, que pasa más tiempo desempleada que otra cosa, y largo a su vez de esos molestos contratos indefinidos que a las empresas les cuesta tanto trabajito llegar a hacer. El señor Rivera te propone un contrato único con el cual todos los males y los pecados del mercado de trabajo actual quedarían solucionados, gracias a un contrato en el que todos los trabajadores quedan igualados y la única diferencia es que el empresario puede despedirte cuando a él le venga en gana. ¿Realmente, a quién pretende usted engañar con esto señor Rivera? Para que no te despidan, deberás demostrar tu talento y la validez de tu trabajo, pero ¿realmente alguien piensa que hoy los trabajos se consiguen mediante la meritocracia? ¿A quién beneficia exactamente esta propuesta, a los trabajadores que ya pueden darse por satisfechos al quedar todos completamente igualados, o al empresario que ahora podría tener carta blanca para hacer lo que le plazca con su asalariado? Puede que yo esté simplificando demasiado la cosa, pero si buscas en Internet la información que encuentras no es muchísimo más profunda que la ofrecida aquí, por lo que o bien el señor Rivera aún no ha terminado de definir su propuesta, o bien esta medida tan carente de información y tan mal publicitada por la formación naranja al final se remite a cumplir aquello que más tememos: que únicamente solo favorezca a los mismos de siempre.

Por eso mismo, a la pregunta de si Ciudadanos es un partido de derecha o de centro alguna de las propuestas de este caballero permiten contestar por sí sola la pregunta. Porque si la excusa para desmarcarse de esa temida etiqueta de la derecha en estos tiempos tan malos que corren es que sus medidas sociales son de lo más progre (tales como la muerte asistida, la legalización del aborto o el respeto a los matrimonios del mismo sexo) nuestra respuesta es: ¿acaso esas medidas no deberían ser consideradas como imprescindibles desde antes? Si hasta este PSOE antiobrero y capitalista que rehúye de la doctrina que lo vio nacer está a favor de llevarlas a cabo. 





Así mismo, esa transversalidad de la que pretende hacer gala la formación puede verse muy patente con la actual y complicada situación política del país. En las generales del 20-D quedaron cuartos con unos “escasos” 40 diputados y, como es evidente, desembocó en un fracaso que supuestamente nadie en el partido se esperaba. Por tanto, haciendo gala de ese centralismo y de esa indefinición ante un lado u otro de la balanza, el señor Rivera y los suyos parecen tener la intención de aliarse hasta con el mismísimo diablo para poder llegar al poder como sea. Al PP le tendería la mano encantado, puesto que al final no es más que una escisión de los populares con un lavado de cara y de imagen; al PSOE parece que más de lo mismo porque Rajoy es muy muy malo, y este PSOE cada vez más burgués y neoliberal no parece para nada lejano de las prestaciones de Rivera y los suyos; y a Podemos, ¿por qué no? Un gobierno de cambio sería la solución para muchos de los males de este país, ¿verdad? Así es como el señor Rivera demuestra que sería capaz de aliarse con el mismísimo diablo si ello le permitiera llegar al poder, por lo que a estas alturas cabe cuestionarse si también esos 3 millones y medio de votantes han elegido pactar con el primero que se preste a hacerlo.

Puede que sea que España aún no está preparada para apoyar en masa a un partido de centro, cosa que se ve claramente en el bluff de Ciudadanos en el 20-D, y que fue aún peor para UPyD, aquellos que se presumían como la única alternativa viable para el futuro de España y que actualmente se enfrentan a su propia desaparición. O tal vez sea que, aún por difícil que parezca, cada vez se nos ve el plumero más a todos, y que un simple lavado de cara no puede cambiar un cuerpo entero. Téngalo en cuenta mientras sigue protagonizando desnudos y tratando de encontrar apoyos hasta debajo de las piedras, señor Rivera. Tan solo las futuras elecciones podrán dar la razón acerca del éxito de esta propuesta o si únicamente servirán para sepultarla aún más dentro de su fracaso electoral. 



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